De mí

Desde los 14 a los 17 años me costó mucho entender el mundo en que vivía. Ver que las personas no éramos iguales, constatar que la cuna donde nacíamos nos marcaba distintos caminos.

Sentir que la calle de al lado de la donde yo vivía representaba una frontera, de mi calle para el mar un barrio popular que se iba convirtiendo en el barrio chino de Barcelona(España), donde convivían las clases trabajadoras con las prostitutas y los pequeños maleantes, más cerca del mar vivían los pescadores, muchos de ellos reconvertidos en trabajadores del muelle.

De mi calle hacia la montaña las calles eran más grandes, los edificios más nobles, las clases medias colindaban con las clases adineradas que vivían más arriba, más cerca de la montaña.

Vivía a un lado de la frontera, pero gracias a mi madre iba a una buena escuela situada precisamente en la frontera donde empezaban a vivir las clases medias, el colegio de los Escolapios en la Ronda Sant Antoni (Can Culapi).


Después del bachillerato elemental dejé el colegio y me puse a trabajar, en el colegio dejé grandes amigos que he conservado con el paso del tiempo.


El contacto temprano con el mundo del trabajo me hizo ver lo que dije antes que las personas no éramos iguales, seguí trabajando y estudiando por las noches, de las dos actividades aprendí mucho, y tomé conciencia de los problemas sociales, de la falta de libertad, de vivir en una dictadura.


A mis 17 años empieza mi vida de compromiso social y político, milito en asociaciones sociales y en partidos políticos, luchando por un mundo mejor por conseguir la democracia y la justicia social.


A los 21 años las primeras elecciones democráticas, dejo de militar, empiezo a intuir que la política de las instituciones no es lo mismo, la pureza de las ideas se mezcla con el pragmatismo, pero aún lejos de la situación actual donde el pragmatismo se comió las ideas.


Seguí trabajando, estudiando, me casé, tuve hijos, me fueron bien los trabajos y en un momento de mi vida dejo el trabajo formal y me voy a vivir al otro lado del atlántico.


Al otro lado del mundo me encuentro con nuevas realidades, donde la gente tiene la vida muy dura, muchas personas trabajan un día para poder comprar comida para el día siguiente. Las desigualdades son aún mayores que cuando era pequeño. Veo la vida de  nuevo de otra manera, sigo aprendiendo día a día, y de lo que estoy seguro es que todos vamos juntos de viaje y lo único que podemos hacer es que el viaje sea algo mejor para todos. Lo de hacer el viaje mejor es realmente difícil, hay demasiada gente poniendo palos a las ruedas.


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