domingo, 30 de septiembre de 2012

La monarquía actual es ilegal | Eco Republicano




La mayoría de los países que durante su historia han sufrido crímenes de lesa humanidad, han condenado y ajusticiado a los responsables de las dictaduras militares o regímenes autoritarios que los provocaron. Estos son los casos recientes de Argentina y Chile, donde se han perseguido a los responsables de la dictadura del general Videla y Augusto Pinochet respectivamente. De la misma forma en Alemania, la apología al nazismo esta prohibida y perseguida por Ley.

Para nuestra vergüenza internacional, esto no ha sucedido en España. La dictadura franquista no ha sido declarada ilegal; los responsables de los crímenes han vivido impunemente y para mayor escarnio el dictador antes de morir en la cama, nombró como sucesor y heredero de su legado al rey Juan Carlos I.

Antes profundizar en la legalidad de la monarquía actual, vamos a recodar algunas consideraciones que en nuestra opinión son ineludibles.

El gobierno de la Segunda República fue emanado del pueblo en elecciones de 12 de abril de 1931. El rey Alfonso XIII tras conocer la victoria de los partidos republicanos abandona el país. No lo hizo como se ha escrito en la mayoría de los libros de historia “por su amor a España y para salvar al país de una guerra civil”. La realidad, fue que el rey tuvo miedo de correr la misma suerte que el zar Nicolás segundo. El rey huyó despavorido, dejando atrás incluso a su mujer quién tomo otro camino, ya que el rey partió de Cartagena en un barco rumbo a Marsella y el resto de la familia marchó en tren a Francia. Por otra parte, es importante conocer que el monarca salió de España con el equivalente a 48 millones de eurosdepositados en bancos de Paris y Londres.

Una vez establecido el gobierno de la Segunda República, por una Ley del 26 de noviembre de 1931 aprobada en las Cortes, acusaría al Rey Alfonso XIII de alta traición. Como dijo el ilustre Valle Inclán: “Los españoles han echado al último de los borbones, no por rey sino por ladrón”. El monarca fue degradado de todas sus dignidades, derechos y títulos, los cuales no podría ostentar ni dentro ni fuera de España; además no podría reivindicarlos jamás ni para él ni para sus sucesores. De la misma forma, se le incautan todos sus bienes, derechos y acciones de su propiedad que se encuentren en territorio nacional.

Esta ley sería derogada por otra de 15 de diciembre de 1938 firmada por el general golpista Francisco Franco, quien se había levantado en armas contra el gobierno legítimo de la república. En este sentido, la monarquía actual está concebida bajo un régimen ilegal.



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sábado, 29 de septiembre de 2012

MÓNICA OLTRA: USTEDES NO TENDRÁN SUFICIENTES PORRAS


Video subtitulado.

Una historia alternativa de la deuda del antropólogo David Graeber


'El prestamista y su esposa'. Cuadro de Quentin Metsys.
Extracto del libro 'En deuda. Una historia alternativa de la economía', del antropólogo David Graeber, publicado en España por la editorial Ariel.
Un relato provocador de por qué el sistema económico ha impuesto a lo largo de la historia la idea de la devolución de la deuda como un imperativo moral.


Hace dos años, por una serie de extraordinarias coincidencias, asistí a una fiesta en el jardín de la Abadía de Westminster. Me sentía un poco incómodo. No es que los demás invitados no fueran agradables y amistosos, ni que el padre Graeme, organizador del acontecimiento, no fuera un anfitrión encantador y amable. Pero me encontraba fuera de lugar. En cierto momento el padre Graeme intervino para decirme que había alguien, cerca de una fuente cercana, a quien me gustaría conocer. Resultó ser una joven esbelta e inteligente que, según me explicó, era abogada, «pero del tipo activista. Trabaja para una fundación que proporciona apoyo legal para los grupos que luchan contra la pobreza en Londres. Creo que tendrán ustedes mucho de qué hablar».
Y conversamos. Me habló de su trabajo. Le conté que durante años había estado implicado en el movimiento global por la justicia social («movimiento antiglobalización», como estaba de moda llamarlo en los medios de comunicación). Ella sentía curiosidad. Por supuesto, había leído mucho acerca de Seattle, Génova, los gases lacrimógenos y las batallas callejeras, pero... bueno, ¿habíamos conseguido algo con todo eso?
«En realidad», repliqué, «es asombroso todo lo que conseguimos en aquellos dos primeros años».
«¿Por ejemplo?»
«Bueno, por ejemplo casi conseguimos destruir el FMI.» Resultó que ella desconocía lo que era el FMI, de modo que le expliqué que el Fondo Monetario Internacional actuaba básicamente como el ejecutor de la deuda mundial: «Se puede decir que es el equivalente, en las altas finanzas, a los tipos que vienen a romperte las dos piernas».
Me lancé a ofrecerle un contexto histórico, explicándole cómo, durante la crisis del petróleo de los 70, los países de la OPEP acabaron colocando una parte tan grande de sus recién descubiertas ganancias en los bancos occidentales que éstos no sabían en qué invertir el dinero; de cómo, por tanto, Citibank y Chase comenzaron a enviar agentes por todo el mundo para convencer a dictadores y políticos del Tercer Mundo de acceder a préstamos (en aquella época lo llamaban go-go banking); cómo estos préstamos comenzaron a tipos de interés extraordinariamente bajos sólo para dispararse casi inmediatamente a tipos de más del 20 por ciento por las estrictas políticas de EE.UU. a principios de los 80; cómo esto llevó, durante los años 80 y 90, a la gran deuda de los países del Tercer Mundo; cómo apareció entonces el FMI para insistir en que, a fin de obtener refinanciación de la deuda, los países pobres deberían abandonar las subvenciones a los alimentos básicos, o incluso sus políticas de mantener reservas de alimentos; así como la sanidad y la educación gratuitas; y cómo todo esto había llevado al colapso y abandono de algunas de las poblaciones más desfavorecidas y vulnerables del planeta. Hablé de pobreza, del saqueo de los recursos públicos, del colapso de las sociedades, de violencia y desnutrición endémicas, de falta de esperanzas y de vidas rotas.
«Pero ¿cuál era tu posición?», preguntó la abogada. «¿Acerca del FMI? Queríamos abolirlo.»
«No, acerca de la deuda del Tercer Mundo.»
«También la queríamos abolir. La exigencia inmediata era que el FMI dejara de imponer políticas de ajuste estructural, que eran las que causaban el daño inmediato, pero resultó que lo conseguimos sorprendentemente rápido. El objetivo a largo plazo era la condonación. Algo al estilo del Jubileo bíblico.* Por lo que a nosotros concernía, treinta años de dinero fluyendo de los países más pobres a los ricos era más que suficiente.»
«Pero», objetó ella, como si fuera lo más evidente del mundo, «¡habían pedido prestado el dinero! Uno debe pagar sus deudas». Fue entonces cuando me di cuenta de que ésta iba a ser una conversación muy diferente de la que había imaginado al principio.
¿Por dónde comenzar? Podría haber comenzado explicando que estos préstamos los habían tomado dictadores no elegidos que habían puesto la mayor parte del dinero en sus bancos suizos, y pedirle que contemplara la injusticia que suponía insistir en que los préstamos se pagaran no por el dictador, o incluso sus compinches, sino directamente sacando la comida de las bocas de niños hambrientos. O que me dijera cuántos de esos países ya habían devuelto dos o tres veces la cantidad que les habían prestado, pero que por ese milagro de los intereses compuestos no habían conseguido siquiera reducir significativamente su deuda. Podría también decirle que había una diferencia entre refinanciar préstamos y exigir, para tal refinanciación, que los países tengan que seguir ciertas reglas del más ortodoxo mercado diseñadas en Zúrich o en Washington por personas que los ciudadanos de aquellos países no habían escogido ni lo harían nunca, y que era deshonesto pedir que los países adopten un sistema democrático para impedir que, salga quien salga elegido, tenga control sobre la política económica de su país. O que las políticas impuestas por el FMI no funcionaban. Pero había un problema aún más básico: la asunción de que las deudas se han de pagar.
"Uno debe pagar sus deudas". La razón por la que esta frase es tan poderosa es que no se trata de una declaración económica: es una declaración moral
David Graeber

En realidad, lo más notorio de la frase «uno ha de pagar sus deudas» es que, incluso de acuerdo a la teoría económica estándar, es mentira. Se supone que quien presta acepta un cierto grado de riesgo. Si todos los préstamos, incluso los más estúpidos, se tuvieran que cobrar (por ejemplo, si no hubiera leyes de bancarrota) los resultados serían desastrosos. ¿Por qué razón deberían abstenerse los prestamistas de hacer un préstamo estúpido?
«Bueno, sé que eso parece de sentido común, pero lo curioso es que, en términos económicos, no es así como se supone que funcionan los préstamos. Se supone que las instituciones financieras son maneras de redirigir recursos hacia inversiones provechosas. Si un banco siempre tuviera garantizada la devolución de su dinero más intereses, sin importar lo que hiciera, el sistema no funcionaría.

viernes, 28 de septiembre de 2012

Solidaritat de Catalunya propone "abolir" los títulos catalanes de los Borbones | Eco Republicano




Solidaritat de Catalunya propone "abolir" los títulos catalanes de los Borbones

Solidaritat ha presentado una propuesta de resolución en el Parlament que pide "destituir legalmente el rey de España, Juan Carlos I, como Conde de Barcelona, y su heredero, Felipe de Borbón, los títulos de Príncipe de Gerona, Duque de Montblanc, Conde de Cervera, Señor de Balaguer, y otros que pudieran estar relacionados con el Principado de Cataluña ".

El partido independentista pide "la abolición de estos títulos nobiliarios, de acuerdo con la ley republicana de 30 de diciembre de 1931, ratificada por Generalidad de Cataluña bajo la presidencia de Francesc Macia".

SI recuerda que "el año 1716, el Decreto de Nueva Planta impuesto por el rey de España en Cataluña, abolir los fueros y constituciones vinculadas al título nobiliario del Condado de Barcelona. Estos derechos y libertades, extinguidas por la fuerza de las armas , eran históricamente la expresión de la soberanía del pueblo español. La destrucción de nuestras instituciones políticas para someter Cataluña en la Corona de Castilla, ha sido el aportación política más relevante que los borbones han realizado ", lamentan.

"Los títulos nobiliarios fueron abolidos por Ley del Congreso de los Diputados durante la Segunda República y recuperados por Ley del dictador Francisco Franco en 1948, proclamándose él mismo regente con la Ley de Sucesión a la Jefatura del Estado".


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Los Elementos del Reino - Desde 2005: Ivonne Moreno Uscanga: NI MODO, AQUI NOS TOCO VIVIR


Jan Charles Guisado, Ivonne Moreno e Ignacio García


NI MODO ESTA VIDA NOS TOCÓ VIVIR:   
NOVELA DE JOAN CARLES GUISADO
Ivonne Moreno Uscanga

Texto leído en la presentación del libro del escritor catalán Joan Carles Guisado, en el que participararon, además de la autora, la Mtra. Ursula Ramos e Ignacio García.

Tras la lectura en los diarios y reportes de páginas web acerca de la lacerante violencia en nuestro país a causa del azote social del narcotráfico, e indignarnos, nos viene  bien,   de manera inmediata, situar dicha aberración  dentro de una atmósfera novelesca,   pues así   reubicamos al relato como esa constante de actualización en  la trama narrativa .
A pesar de tener importantes referentes en este género: Federico Campbell, Arturo Pérez Reverte, Elmer Mendoza, Francisco Martín Moreno y Ricardo Ravelo, la huellas del hampa ligada a los carteles de la drogas, parecieran tomar distintos parámetros cuando de exponer sus lastres se trata.
Los científicos sociales del siglo XX preocupados por darle un marco teórico a los estragos de la miseria contemplan la desigualdad como mal endémico de los sistemas totalitarios.
  Los primeros análisis estuvieron asociados con los preceptos de Malhus , Darwin y la ley de capilaridad social,  así se justificó la lucha humana por la supervivencia ,  en la actualidad, recrudecida, pues no se trata solo de sobrevivir, sino    de sojuzgar, mutilar y a veces matar por matar.
Foucault, lo vislumbró con  su radiografía del poder, Bordieu con su enfoque, estudia  al detrito social a causa de las rapaces hegemonías y en América Latina teóricos como   González Casanova, Bartra, Cardoso entre otros diagnosticaron a la miseria y desarticulación de clases social como detonante de la depauperización.
  Podamos dar hermenéutica entre principios antropológicos y políticos  a los actuales episodios del relato,  y agregar sentadas las bases  al periodismo, p como abrevadero   importante en las tendencias híbridas de la narrativa contemporánea.
Joan Carles Guisado no ajeno a este parámetro de declive axiológico se une a la forma de novelar a las voces enajenadas y dolientes.
Sus tiempos se cruzan entre  un pasado recurrente y días comunes sin visos de futuro.  El panorama de la historia Ni modo esta vida nos tocó vivir, se soporta en una infancia truncada por la desesperanza y la extrema pobreza o tal vez debíamos decir,  de niños miserables  con   sueños rotos, y algunos dulces recuerdos, como aliento y cobija de sus ilusiones. Seres mutilados anímicamente, sin   la certeza de convertirse en adultos realizados,  y uno de tales desencantos  estriba en quedarse sin regalos  las noches de Reyes Magos.


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domingo, 16 de septiembre de 2012

Ciudadano Klínex | Francisco Polo


 
La democracia española nos da muy pocas herramientas para participar en la vida política. Pero lo peor de todo es que no nos da ninguna herramienta realmente efectiva para influir en ella.

Lo estamos viendo: una manifestación tras otra y ningún paso atrás por parte de las élites políticas. Podríamos poner en marcha iniciativas legislativas populares, recoger 500.000 firmas y presentarlas en el Congreso. Desengáñate, no sirven para nada. Una vez llegan a la mesa, la cámara puede hacer lo que le dé la gana con ella. No tiene por qué aprobarla. Podríamos convocar un referéndum. Oh, espera. No, no podemos convocar un referéndum, sólo el Presidente del Gobierno puede. Y si lo convoca, en la mayoría de los casos, no es vinculante.

La solución, podríamos pensar, sería implantar en España una democracia directa o más mecanismos de democracia directa. No estoy de acuerdo.

La democracia directa es un concepto idealizado que en su ejecución lleva, en realidad, a soluciones poco democráticas. ¿Recuerdas el referéndum que se celebró en California para terminar con el matrimonio gay? A eso me refiero. Podría mencionar más casos pero creo que me sigues.

Y es que la Democracia no es solo votar. Un sistema no es más democrático cuanto más voten sus ciudadanos. La Democracia es articular un sistema de equilibrios y controles del poder que represente a las mayorías pero que proteja a las minorías.

Lo que hace falta es una democracia representativa de verdad y no lo que nos han vendido hasta ahora. La democracia representativa es probablemente el mejor sistema de gobierno que se ha inventado porque permite razonar las decisiones y buscar consensos que hagan que las mayorías no se impongan a las minorías. Vamos, que no se decidan cosas a lo bruto y se busque lo mejor para la convivencia.

Pero lo que nosotros tenemos no es una democracia representativa. De hecho, me atrevo a afirmar que lo que tenemos no llega ni siquiera a democracia sino que se queda en partitocracia.


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Joseph Stiglitz: “Un dólar un voto expresa el fracaso de la democracia” | Actualidad | EL PAÍS


El escritorio de Joseph Stiglitz es caótico, con papeles en todas direcciones. Es imposible ver el fondo. Sobre ellos, dos latas de Coca-Cola Light. No quedaba otra que poner la grabadora sobre tan frondoso forraje, de casi cuatro dedos de espesor. Su despacho en la Universidad de Columbia mira a la biblioteca. Está en la octava planta, altura suficiente para ver el perfil de Manhattan, corazón del capitalismo. Pero el calor pegajoso del verano se ocupó de poner una capa blanca de humedad para evitar distracciones.
Stiglitz, economista jefe del Banco Mundial hasta 2000 y Nobel de Economía en 2001, publica en España su último libro, en el que explica las causas por las que la desigualdad crece tan rápido en EE UU y trata de anticipar su impacto económico. Una obra que nace de un artículo que escribió en Vanity Fair, un vehículo poco usual para los académicos, y cuyo título se convirtió hace un año en el lema del movimiento social de protesta Ocupemos Wall Street. “El 1% de la población tiene lo que el 99% necesita”, señala el autor. De alguna manera, este trabajo es una vuelta a su origen, ya que la desigualdad en un contexto de crecimiento económico fue el tema de su tesis doctoral. Ahora explica que los mercados no son ni eficientes ni estables y tienden a acumular la riqueza en las manos de unos pocos. Trata de lanzar un debate en torno a El precio de la desigualdad. Cómo la división social pone en peligro nuestro futuro (Editorial Taurus).
Como si tratara de inyectar moralidad al capitalismo. El día de la entrevista, la revista New York lanzaba en su portada una pregunta que, por un lado, revela la nostalgia que los estadounidenses tienen sobre su pasado y, por otro, evidencia en su respuesta la polarización actual del debate en una sociedad inmersa en una batalla ideológica constante.
¿Está América muerta? [Se ríe] Eso es una hipérbole, una exageración.
Pero ¿incita a la reflexión? Cierto, porque claramente algo no funciona.
¿No cree que hay cierta obsesión de los estadounidenses con su propio declive? Hay un consenso amplio y muchas obras escritas sobre la cuestión. Resaltan que el concepto que tiene América de sí misma –ser número uno en todo– ya no está tan claro como antes. Seguimos siendo la economía más grande del mundo, pero China lo será en breve y no hay nada que se pueda hacer contra eso. Ya no somos la economía que crece más rápido, ni tenemos la renta por habitante más alta. Somos la mayor potencia militar, pero no somos capaces de resolver ningún problema. Mi libro aborda esa preocupación general. Además del sentimiento de ser número uno, EE UU se veía como un país con igualdad de oportunidades, como una sociedad justa. Esos eran los principios básicos sobre los que pensábamos que nos distinguíamos de los demás.

Obama ha decepcionado. pero con un republicano iremos hacia atrás”
La igualdad de oportunidades, la idea de llegar a lo más alto, es una de las bases del sueño americano. Es una noción muy fuerte de una sociedad justa. Fue lo que hizo que la gente emigrara hacia EE UU, buscando sus sueños. Ya no es cierto y es devastador para el concepto que los americanos tienen de sí mismos.


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viernes, 14 de septiembre de 2012

Envidio a Cataluña | Javier Salvador en Teleprensa


Javier Salvador. Periodista


Entiendo que me van a llover tortas por todas partes, pero lo escribo como lo siento: envidio a los catalanes. No obstante, tengo que puntualizar algunas cosas, aunque ciertamente muy pocas, porque me gusta como país, como modelo organizativo y, sobre todo, por ese sentimiento patrio que allí, como en Euskadi o Galicia han sabido no sólo transmitir de generación en generación, sino madurar y asentar, que no es lo mismo que radicalizar.
En estos momentos puedo imaginarme a muchos de mis amigos subirse por las paredes, pero estas cosas creo que hay que escribirlas por lo menos una vez en la vida para poder sentirte a gusto contigo mismo, decir eso que piensas realmente, aunque sea una locura para tu círculo más cercano, y poder decir que no te dejaste nada en el tintero cuanto realmente le tocaba salir.
Y sí, es el momento de dejar salir a la calle el debate de un estado federal, como Alemania o Estados Unidos, como Suiza y tantas otras naciones. Es cierto que a unas les va mejor, como a las mencionadas y a otras peor, como a Argentina o Venezuela que también son federaciones de estados o provincias independientes. En definitiva es un camino que España casi empezó a recorrer antes de que cualquier intento de expresión de libertad fuese sesgada por una dictadura.
Pero empezando por algo tan sencillo como significativo tal cual es una bandera. Siento envidia de ver esas caras de cientos de miles de personas que se sentían amparadas por los colores de su señera, capaces de defender y de dar no se sabe qué por ella. Igual sucede en el País Vasco, donde su bandera, al igual que en Cataluña, es un verdadero estandarte, una seña de identidad que les llena realmente. En definitiva algo que no sucede en este país, donde sólo se saca la bandera y a duras penas, en los partidos de fútbol y en las plazas de toros. Y esa, señoras y señores, era otra España.


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