Lo estamos viendo: una manifestación tras otra y ningún paso atrás por parte de las élites políticas. Podríamos poner en marcha iniciativas legislativas populares, recoger 500.000 firmas y presentarlas en el Congreso. Desengáñate, no sirven para nada. Una vez llegan a la mesa, la cámara puede hacer lo que le dé la gana con ella. No tiene por qué aprobarla. Podríamos convocar un referéndum. Oh, espera. No, no podemos convocar un referéndum, sólo el Presidente del Gobierno puede. Y si lo convoca, en la mayoría de los casos, no es vinculante.
La solución, podríamos pensar, sería implantar en España una democracia directa o más mecanismos de democracia directa. No estoy de acuerdo.
La democracia directa es un concepto idealizado que en su ejecución lleva, en realidad, a soluciones poco democráticas. ¿Recuerdas el referéndum que se celebró en California para terminar con el matrimonio gay? A eso me refiero. Podría mencionar más casos pero creo que me sigues.
Y es que la Democracia no es solo votar. Un sistema no es más democrático cuanto más voten sus ciudadanos. La Democracia es articular un sistema de equilibrios y controles del poder que represente a las mayorías pero que proteja a las minorías.
Lo que hace falta es una democracia representativa de verdad y no lo que nos han vendido hasta ahora. La democracia representativa es probablemente el mejor sistema de gobierno que se ha inventado porque permite razonar las decisiones y buscar consensos que hagan que las mayorías no se impongan a las minorías. Vamos, que no se decidan cosas a lo bruto y se busque lo mejor para la convivencia.
Pero lo que nosotros tenemos no es una democracia representativa. De hecho, me atrevo a afirmar que lo que tenemos no llega ni siquiera a democracia sino que se queda en partitocracia.
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