miércoles, 11 de enero de 2012

El Principio de Peter y la Regla de Aprile « Iniciativa Debate Público

David Sempau - Enero 2012


La sabiduría popular viene diciendo, desde antaño, que “lo mejor es enemigo de lo bueno”. Sin embargo, en lo que Fred Crawford y Ryan Mathews definen como “el mito de la excelencia”, tendemos psicológicamente a buscar lo “mejor” en detrimento de lo “suficientemente bueno”. Como veremos enseguida esta tendencia tiene, en las organizaciones jerarquizadas -y la sociedad humana lo es-, resultados catastróficos. Veamos un ejemplo:


Con dieciséis años de edad, Pepito entró a trabajar de botones en el Hotel La Buena Vista. Era un muchacho espabilado y voluntarioso, dotado de aptitudes para tratar con el público y para llevarse bien con sus compañeros de trabajo. Por si fuera poco, por las noches Pepito se aplicaba a estudiar idiomas, haciendo con los clientes sus primeros pinitos lingüísticos.

Su buena predisposición no pasó inadvertida al jefe de recepción quien, tras un par de años de seguir de cerca los progresos de Pepito, decidió hablar de él a su superior con el resultado de que, tras un breve período de formación, el muchacho fue ascendido a recepcionista.

En su nuevo puesto de trabajo, Pepito siguió dando muestras de su buen hacer, escalando rápidamente peldaños en la consideración de sus superiores hasta que, transcurridos unos años y en ocasión de la jubilación del jefe de recepción, Pepito fue promocionado para dicho cargo. Por primera vez, Pepito tenía bajo su mando a un equipo de personas. Allí empezaron los problemas. Le costaba coordinar el trabajo de los demás, creaba conflictos incluso involuntariamente y su nueva responsabilidad le impedía hacer asiduamente lo que realmente le gustaba y sabía hacer: tratar con el público. Pepito no volvió a ser ascendido y acabó su vida laboral haciendo un trabajo que no le gustaba y para el que no servía con perjuicio, además, para la empresa y para todo el equipo humano de la misma.



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