José Luis Rodríguez Zapatero y Alfredo Rubalcaba se han imbuido en el papel de salvadores: se presentaron con un programa electoral en 2008 y han terminado por hacer la antítesis de todo lo que prometieron. El pretexto para ese giro es el “sentido de la responsabilidad de salvar a España del ataque de los mercados”.
Primera consideración: las elecciones se convocan para consultar a los ciudadanos sobre las políticas que desean. Una democracia parlamentaria está basada en la capacidad de decisión de sus ciudadanos sin tutelas ni protecciones de quienes les quieren preservar de males hipotéticos o reales haciendo lo contrario de lo que les prometieron.
Está claro que la crisis de la actual democracia representativa conducirá a una renovación de los sistemas de intermediación y representación en los medios de comunicación y en las instituciones políticas. Las nuevas tecnologías promueven necesariamente nuevas formas de participación que están blindadas a los controles de las oligarquías económicas, mediáticas y políticas. Eso ya está sucediendo. Ayer en las calles de toda España, en las manifestaciones convocadas por los sindicatos contra la reforma constitucional sin referéndum, en la movilización en las redes sociales, en la eclosión de la democracia 2.0 y en todas las movilizaciones de los indignados y el 15-M que protestan y protestarán contra los cambios constitucionales a espaldas de los ciudadanos.
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